El cuerpo humano es uno de los enigmas más investigados a la fecha. Desde “Osmosis Jones” hasta “Cells at Work”, variopintos referentes de la cultura popular han puesto en evidencia las dudas de la población sobre funcionamiento de nuestro cuerpo y cómo se defiende de agentes patógenos.
El sistema inmune se compone de 3 barreras, las cuales poseen la capacidad y fortaleza de defender nuestro cuerpo de todo organismo que sea extraño. La primera barrera consta de la piel, mucosidad y sudor, siendo nuestra primera línea de defensa.
Cuando esta logra ser atravesada, actúa la barrera secundaria, la cual se compone de glóbulos blancos en todas sus formas: macrófagos, neutrófilos, basófilos, etc. Estas células se encargan de detectar los agentes extraños del cuerpo y eliminarlos, siendo una barrera innata del cuerpo.
Si un agente patógeno supera aquella barrera –y con ello aumenta la cantidad de microorganismos–, se pone en marcha la barrera terciaria, en la cual se involucran los linfocitos B y T. Estas células se fabrican en la médula ósea y maduran allí hasta convertirse en linfocitos B, o bien, se desplazan jóvenes hasta la glándula del timo donde permanecen hasta que migran de nuevo a la médula ya como linfocitos T maduros.
La función de los linfocitos B es reconocer aquellos microorganismos, inmovilizarlo y formar un anticuerpo específico para ese microorganismo; el anticuerpo formado pasa a ser parte de la memoria inmunológica del cuerpo. Por su parte, los linfocitos T, atacan directamente a los microorganismos infecciosos.
¿Qué es una alergia?
Para empezar, una alergia es una respuesta alterada hacia un cuerpo extraño, la cual hace que los mecanismos de defensa –propios de nuestro cuerpo– puedan llegar a ser dañinos.
Existen diferentes tipos de alergias, las cuales van a depender del ingreso de la sustancia, la cual puede penetrar por el aparato digestivo (alimentos, medicamentos), por el aparato respiratorio (inhalantes), absorbidas por la piel (contactantes), o atravesando la piel (inyecciones, picaduras).
Es importante destacar que el organismo de una persona sin alergias también reconoce estas sustancias como agentes extraños, pero no genera daño al eliminarlas del cuerpo.
La reacción alérgica es una respuesta hacia los parásitos, el cuerpo genera Inmunoglobulina E (IgE ) en grandes cantidades. La primera etapa de la alergia se llama sensibilización, en la que no se presentan síntomas, pero se aumenta exponencialmente la producción de anticuerpos IgE.
Los anticuerpos se unen a los mastocitos, los cuales provienen de la médula ósea, y a los basófilos, que son un tipo de glóbulo blanco participantes de la barrera secundaria. Estas células cargadas de anticuerpos IgE son como “pequeñas granadas” esperando una nueva invasión de agentes extraños. Cuando son detectados, estas estallan con todos los síntomas molestos de la alergia (picazón, ardor de ojos, estornudos, etc.), siendo la segunda etapa de la alergia.
Figura 1. Representación del mecanismo de reacción de una alergia (Young, 2005).
El componente principal de esta “granada” alergénica es la histamina, la cual dilata los vasos sanguíneos, provocando enrojecimiento y, en casos extremos agitación, constriñe los bronquios, dificultando la respiración; irrita las terminaciones nerviosas, causando prurito y dolor; y estimula la producción de mucus en el sistema respiratorio.
La última etapa de la alergia es conocida como reacción de fase tardía; en esta etapa se aumenta la cantidad de eosinófilos, la cual indica un cuadro alérgico.
Edificios enfermos
Estudios sobre las alergias han demostrado que, desde los años 70, las personas con algún tipo de alergia han ido en aumento. La investigación realizada por Bardana, Montanaro y O’Hollaren en 1988, concluyeron que la población estadounidense presenta mayor cantidad de alergias en personas que trabajan en oficinas de 3 m3, en comparación a aquellos que lo hacen en oficinas de 9 m3, demostrando una estrecha relación entre los metros cúbicos de trabajo y la probabilidad de generar una alergia, lo anterior por la contaminación del aire –acondicionado–. Esto ha sido extrapolado a viajes en aviones, donde se considera que la calidad del aire es de mala calidad.
Optimismo y alergias
Cuando se habla de adherencia, se refiere a cómo las personas toman un tratamiento médico, es decir, la actitud que estas presentan. Sin embargo, el estudio centrado en enfermedades leves crónicas, como las alergias, no ha estado del todo documentada, siendo de los pocos estudios los realizados por García-León en el año 2013.
En el estudio de García-León se demostró que, en una población española, la adherencia de las personas a los tratamientos alérgicos, resultan positivos en todos los casos.
El sistema inmune es la forma que tenemos para protegernos de aquellos organismos que no podemos ver, muchas veces este sistema nos protege, pero también puede afectarnos como en el caso de las alergias. No obstante, el tener una alergia no debe ser un gran problema, siempre y cuando sigamos con el tratamiento de forma optimista (dentro de lo que se pueda, claro está).